Dice Bourdieu; "se puede comparar el Campo con un juego (aunque a diferencia
de un juego no sea el producto de una creación deliberada y no obedezca
a reglas, o mejor, regularidades no explicitadas y coficadas). Tenemos
de este modo apuestas que son en lo esencial el producto de la
competición entre los jugadores". Los jugadores entran en el juego se oponen, a veces ferozmente, sólo porque tienen en común el atribuir al juego y a las apuestas una creencia. Acepto, por el hecho de jugar el juego y no por un "contrato", que la
pena jugar el juego. Y esta convivencia está en el principio de la competición y de sus conflictos. Disponen de triunfos, del mismo modo que cambia la fuerza relativa de las cartas según los juegos; la jerarquía de las diferentes especies de capital (económico; cultural; social; simbólico) varía en los diferentes campos. Dicho de otro modo;
hay cartas que son válidas, eficientes en todos los campo. Son las especies fundamentales de capital, pero su valor relativo en tanto que triunfos varía según los campos e incluso según los estados sucesivos de un mismo Campo. Dando por supuesto, que, más fundamentalmente, el valor de una especie de capital, por ejemplo el conocimiento del griego o del cálculo integral, depende de la existencia de un juego, de un campo en el que ese triunfo puede ser utilizado: un capital o una especie de capital es aquello que es eficiente en un campo determinado, como arma y como apuesta de lucha., lo cual permite a su portador ejercer un poder, una influencia.
En cada momento el estado de las relaciones de fuerza entre los jugadores es lo que define la estructura del campo. Se puede imaginar que cada jugador tiene delante de sí pilas
de fichas de diferentes colores; correspondientes a las diferentes especies de capital que posee, y también sus estrategias de juego, lo que se llama en francés su "juego" (jeu), los golpes, más o menos riesgosos, más o menos prudentes, subversivos o conservadores que
emprende dependen al mismo tiempo del volumen global de sus fichas y de la estructura de los pilas de las fichas; del volumen global de la estructura de su capital, pudiendo diferir los individuos dotados de un capital global más o menos equivalente tanto en su posición como en su toma de decisiones; en tanto que uno tiene (relativamente) mucho capital económico y poco capital cultural. Por ejemplo el patrón de una empresa. Y el otro mucho capital cultural y poco capital económico (un profesor; por ejemplo).
En definitiva las estrategias de un "jugador" es lo que define su juego y depende no sólo del volumen y de la estructura de su capital en un momento dado, sino también de la
evolución en el tiempo de ese volumen y estructura de su capital; es decir, de la trayectoria social y de las disposiciones (Habitus) que se constituyeron en la relación prolongada con una cierta estructura:
Los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital pero pueden también trabajar para la reproducción del juego y de las apuestas. También pueden trabajar para transformar, parcial o totalmente las reglas del juego. Cambiar por ejemplo, el valor relativo de las fichas.
Numerosas luchas en el cambio del poder son de este tipo; especialmente las que apuntan a apoderarse de un poder sobre el Estado, es decir, sobre los recursos económicos y políticos que permiten al Estado ejercer un poder sobre todos los juegos y sobre las reglas que los rigen.
de un juego no sea el producto de una creación deliberada y no obedezca
a reglas, o mejor, regularidades no explicitadas y coficadas). Tenemos
de este modo apuestas que son en lo esencial el producto de la
competición entre los jugadores". Los jugadores entran en el juego se oponen, a veces ferozmente, sólo porque tienen en común el atribuir al juego y a las apuestas una creencia. Acepto, por el hecho de jugar el juego y no por un "contrato", que la
pena jugar el juego. Y esta convivencia está en el principio de la competición y de sus conflictos. Disponen de triunfos, del mismo modo que cambia la fuerza relativa de las cartas según los juegos; la jerarquía de las diferentes especies de capital (económico; cultural; social; simbólico) varía en los diferentes campos. Dicho de otro modo;
hay cartas que son válidas, eficientes en todos los campo. Son las especies fundamentales de capital, pero su valor relativo en tanto que triunfos varía según los campos e incluso según los estados sucesivos de un mismo Campo. Dando por supuesto, que, más fundamentalmente, el valor de una especie de capital, por ejemplo el conocimiento del griego o del cálculo integral, depende de la existencia de un juego, de un campo en el que ese triunfo puede ser utilizado: un capital o una especie de capital es aquello que es eficiente en un campo determinado, como arma y como apuesta de lucha., lo cual permite a su portador ejercer un poder, una influencia.
En cada momento el estado de las relaciones de fuerza entre los jugadores es lo que define la estructura del campo. Se puede imaginar que cada jugador tiene delante de sí pilas
de fichas de diferentes colores; correspondientes a las diferentes especies de capital que posee, y también sus estrategias de juego, lo que se llama en francés su "juego" (jeu), los golpes, más o menos riesgosos, más o menos prudentes, subversivos o conservadores que
emprende dependen al mismo tiempo del volumen global de sus fichas y de la estructura de los pilas de las fichas; del volumen global de la estructura de su capital, pudiendo diferir los individuos dotados de un capital global más o menos equivalente tanto en su posición como en su toma de decisiones; en tanto que uno tiene (relativamente) mucho capital económico y poco capital cultural. Por ejemplo el patrón de una empresa. Y el otro mucho capital cultural y poco capital económico (un profesor; por ejemplo).
En definitiva las estrategias de un "jugador" es lo que define su juego y depende no sólo del volumen y de la estructura de su capital en un momento dado, sino también de la
evolución en el tiempo de ese volumen y estructura de su capital; es decir, de la trayectoria social y de las disposiciones (Habitus) que se constituyeron en la relación prolongada con una cierta estructura:
Los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital pero pueden también trabajar para la reproducción del juego y de las apuestas. También pueden trabajar para transformar, parcial o totalmente las reglas del juego. Cambiar por ejemplo, el valor relativo de las fichas.
Numerosas luchas en el cambio del poder son de este tipo; especialmente las que apuntan a apoderarse de un poder sobre el Estado, es decir, sobre los recursos económicos y políticos que permiten al Estado ejercer un poder sobre todos los juegos y sobre las reglas que los rigen.
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