martes, 2 de junio de 2009

INVENTARIO MILLON DE ESTILOS DE PERSONALIDAD-MIPS

Asistimos en una época de rápido progreso científico y clínico, que parece óptima para acometer la empresa de generar nuevas ideas y síntesis. El territorio en el que se intersectan la "personalidad", la "psicopatología" y la "normalidad" es una de las áreas que se caracterizan por el alto nivel de actividad académica y responsabilidad clínica. Para poder explicar como convergen estos aspectos de la personalidad humana, se tendrán en cuenta las contribuciones teóricas del pasado (Freud, Jung) como las de las ciencias "adyacentes" más sólidamente fundadas. Proceder de este modo no sólo puede brindar nuevos frutos conceptuales, sino también proporcionar una base que oriente las exploraciones de nuestra disciplina.
La psicología ha elaborado un mosaico de conceptos disonantes y campos fácticos diversos. Se deberían buscar esquemas y constructos integradores que nos vinculen a observaciones y leyes pertinentes de otros campos de la ciencia contempóranea. La meta-reconoce el autor, bastante ambiciosa-consiste en reemplazar "nuestro mosaico por un tapiz sobrio y coherente en el que se entrelacen las diversas formas en que la naturaleza se expresa a sí misma" (Theodore Millon).
Para intentar dicha síntesis, no hay en las ciencias ningún sector que superer la personología, o estudio de las personas. En el ámbito psicológico, la persona individual es el único sistema orgánicamente integrado, producto de una evolución que ha durado milenios, y creado básicamente desde el nacimiento como una entidad natural. La persona individual no es simplemente una Gestalt regida por la cultura y derivada de la experiencia. La cohesión intrínseca de la persona noes una construcción retórica sino una auténtica unidad. Los rasgos personológicos pueden ser diferenciados en normales y patológicos, y también separados conceptualmente con fines pragmáticos o científicos, pero son segmentos de una entidad biopsicosocial indivisible. (Theodore Millon).

La Teoría proporciona una sólida base a los constructos sobre personalidad.
Hace 50 años, Kurt Lewin escribió que "no hay nada más práctico que una buena teoría" (1936). Una teoría, cuando está bien elaborada, a la larga aporta más sencillez y claridad que la información dispersa y no integrada. Además, como lo señalaron Hempel (1965) y Quine (1977), la teoría proporciona el elemento que mantiene unido un campo temático y le confiere pertinencia científica.
Sin embargo, la introducción de la teoría en el estudio de la personología ha suscitado dudas. Teniendo, como tenemos, una capacidad intuitiva para "percibir" el acierto de un descubrimiento o una especulación psicológica, los esfuerzos de teorización que estructuran estos descubrimientos en un sistema científico formal es probable que se consideren no sólo molestos e injustificados, sino también impropios. Un desconcierto y una resistencia semejantes no se manifiestan en campos como el de la física de partículas, en el que no es fácil realizar observaciones cotidianas y los aportes innovadores son escasos y se producen muy de cuando en cuando. Es y un hecho paradójico pero al mismo tiempo cierto y desafortunado que los psicólogos aprendan bien su disciplina simplemente mediante la observación de los sucesos corrientes de la vida. Como consecuencia de esa facilidad, es posible qu eludan atemorizados los poderes-- aparentemente oscuros y complejos, pero a menudo fecundos y sistematizadores-de la teoría formal, sobre todo si tienen que habérselas con teorías que no son las que aprendieron en sus dias de estudiantes.
A pesar de los defectos que pueden señalarse en los esquemas teóricos históricos y contemporáneos, los principios sistematizadores y los conceptos abstractos pueden "facilitar una visión en profundidad, una mirada que, yendo más allá de las apariencias superficiales, llegue hasta el orden en que éstas se sustentan" (Bowers, 1977).
Por ejemplo, los taxonomistas predarwinianos, como Linneo y otros, se guiaban por las semejanzas y diferencias aparentes entre los animales para establecer sus categorías. Darwin, en cambio, no se dejó "seducir" por las apariencias. Trató de comprender los principios que determinaban la existencia de los rasgos manifiestos. Sus clasificaciones se basaron no sólo en cualidades descriptivas minuciosamente observadas sino también en aquellas que eran verdaderamente explicativas.

Uno de los objetivos de este capítulo es el de vincular la estructura conceptual de la personalidad a sus fundamentos en el mundo natural, propósito que también alentaron tanto Freud como Jung. La formulación que presentaré aquí guarda semejanza con el "Proyecto de Psicología" (1895/1966) que Freud escribió y luego abandonó. Freud se proponía aumentar la comprensión de la naturaleza humana explorando las relaciones entre disciplinas que habían evolucionado a partir de esfuerzos de investigación desvinculados entre sí y que utilizaban lenguajes diferentes. "Mi enfoque es asimismo afín al esfuerzo de Jung por explicar funciones de la personalidad aludiendo al equilibrio de bipolaridades profundamente arraigadas, teoría que formuló claramente en su libro Tipos Psicológicos (1921/1971)".
Recientemente hemos asistido al nacimiento de la sociobiología, una nueva "ciencia" que explora la conexión entre el funcionamiento social humano y la biología evolucionista (Wilson, 1975). Análogamente, algunas formulaciones contemporáneas de psicólogos han analizado tanto el potencial como los problemas que resultan de combinar nociones evolucionistas con teorías sobre las diferencias individuales y los rasgos de personalidad (por ejemplo, D. Buss, 1990). El fin que persiguen todas estas propuestas no es sólo aplicar principios análogos en diversos campos científicos, sino también reducir la enorme variedad de conceptos psicológicos que han proliferado a lo largo del tiempo; esto podría lograrse tratando de establecer la aptitud de la teoría evolucionista para simplificar y ordenar rasgos de personalidad que hasta ahora se han considerado diferentes.
Por ejemplo; para sobrevivir y mantener sus poblaciones, todos los organismos tratan de evitar daños, hallar alimento y reproducirse. Cada especie presenta algunos rasgos característicos en su estilo de adaptación o supervivencia. Sin embargo, dentro de cada especie hay diferencias relativas de estilo y al éxito con que los diversos miembros se adaptan a los variados y cambiantes ambientes con que se enfrentan. En este nivel básico, el término "personalidad" podría emplearse para designar el estilo más o menos distintivo de funcionamiento adaptativo que un miembro determinado de una especie muestra al relacionarse con su gama típica de hábitat o ambientes.
Concebida de este modo, la "personalidad normal" reflejaría los modos específicos de adaptación de un miembro de una especie que son eficaces en ambientes "promedio" o "previsibles". En tal contexto, los "trastornos de la personalidad" representarían diferentes estilos de funcionamiento mal adaptado atribuibles a deficiencias, desequilibrios o conflictos en la capacidad de un miembro para relacionarse con los ambientes con que se enfrenta.