miércoles, 2 de abril de 2008

¿Cómo se determina la existencia de un campo y sus fronteras?

La pregunta acerca de los límites del campo se formula siempre dentro del campo mismo y, en consecuencia, no admite una respuesta a priori. Los participantes de un campo, por ejemplo: las empresas económicas; los sastres, los escritores, trabajan constantemente para diferenciarse de sus rivales más próximos con el objetivo de reducir la campetencia y establecer un monopolio sobre un sub-sector particular de Campo. Puntualiza que hay que atender o corregir esta frase que sucumbe al "sesgo" teleológico aquel que, le atribuyen frecuentemente cuando se comprende que hace de la investigación de la distinción el principio de las prácticas culturales. Hay una producción, dice, de la diferencia que no es en nada el producto de la investigación de la diferencia.
Hay mucha gente como por ejemplo Flaubert para la cual existir dentro de un campo es ip facto, diferir, ser diferente, afirmar la diferencia. Esta gente estaba dotada de características que hacían que no debieran estar allí, que debieran haber sido eliminadas de entrada.
Trabajan también para excluir del campo una parte de los participantes actuales o potenciales especialmente elevando el derecho de entrada, o imponiendo una cierta definición de la pertenencia, es lo que se hace cuando se dice que x o y no es un sociólogo o un verdadero sociólogo. Conforme a las leyes inscriptas en la ley fundamental del campo tal. Sus esfuerzos para imponer y hacer reconocer tal o cual criterio de competencia y de pertenencia, pueden resultar más o menos exitosos; según la coyuntura. De este modo, las fronteras del Campo no pueden determinarse sino por una investigación empírica. Toman sólo raramente la forma de fronteras jurídicas, incluso si los campo conllevan "barreras de entrada", tácitas o institucionalizadas.
A riesgo de parecer que sacrifico la tautología, dice Bourdieu; "diría que se puede concebir un campo como un espacio en el que se ejerce un efecto de campo". De manera que lo que ocurre a un objeto que atraviesa ese Campo no puede ser explicado completamente por sus solas propiedades intrínsecas. Los límites del Campo se sitúan en el punto en que cesan los efectos del Campo.
En consecuencia, hay que tratar de medir, en cada caso, por variados medios, el punto en el que esos efectos estadísticamente detectables declinan o se anulan en el trabajo de investigación empírica. La construcción de un Campo no se efectúa por un acto de decisión. Por ejemplo: no cree que el conjunto de las asociaciones culturales (coros, grupos de teatro, clubes de lectura, etc) del estado americano o de tal departamento francés, constituya un campo.
Opuestamente, el trabajo de Jerome Karabel (1984) sugiere que las principales universidades americanas están ligadas por relaciones objetivas tales que, la estructura de esas relaciones (materiales o simbólicas) ejerce efectos en el interior de cada una de ellas. Lo mismo con respecto a los diarios; Michael Schudson (1978) muestra que no es posible comprender la emergencia de la idea moderna de "objetividad" en el periodismo, sino se ve que dicha objetividad aparece en diarios cuidadosos de afirmar su respeto de las normas de respetabilidad, oponiendo las "informaciones" a las simples "noticias" de los órganos de prensa menos exigentes. Solamente estudiando cada uno de estos universos puede establecerse cómo están concretamente constitutivos, dónde terminan, qué forma parte de ellos y qué no, y si constituyen verdaderamente un Campo.

Bourdieu utiliza la imagen del "Juego" para explicar lo que entiende por Campo.

Dice Bourdieu; "se puede comparar el Campo con un juego (aunque a diferencia
de un juego no sea el producto de una creación deliberada y no obedezca
a reglas, o mejor, regularidades no explicitadas y coficadas). Tenemos
de este modo apuestas que son en lo esencial el producto de la
competición entre los jugadores". Los jugadores entran en el juego se oponen, a veces ferozmente, sólo porque tienen en común el atribuir al juego y a las apuestas una creencia. Acepto, por el hecho de jugar el juego y no por un "contrato", que la
pena jugar el juego. Y esta convivencia está en el principio de la competición y de sus conflictos. Disponen de triunfos, del mismo modo que cambia la fuerza relativa de las cartas según los juegos; la jerarquía de las diferentes especies de capital (económico; cultural; social; simbólico) varía en los diferentes campos. Dicho de otro modo;
hay cartas que son válidas, eficientes en todos los campo. Son las especies fundamentales de capital, pero su valor relativo en tanto que triunfos varía según los campos e incluso según los estados sucesivos de un mismo Campo. Dando por supuesto, que, más fundamentalmente, el valor de una especie de capital, por ejemplo el conocimiento del griego o del cálculo integral, depende de la existencia de un juego, de un campo en el que ese triunfo puede ser utilizado: un capital o una especie de capital es aquello que es eficiente en un campo determinado, como arma y como apuesta de lucha., lo cual permite a su portador ejercer un poder, una influencia.
En cada momento el estado de las relaciones de fuerza entre los jugadores es lo que define la estructura del campo. Se puede imaginar que cada jugador tiene delante de sí pilas
de fichas de diferentes colores; correspondientes a las diferentes especies de capital que posee, y también sus estrategias de juego, lo que se llama en francés su "juego" (jeu), los golpes, más o menos riesgosos, más o menos prudentes, subversivos o conservadores que
emprende dependen al mismo tiempo del volumen global de sus fichas y de la estructura de los pilas de las fichas; del volumen global de la estructura de su capital, pudiendo diferir los individuos dotados de un capital global más o menos equivalente tanto en su posición como en su toma de decisiones; en tanto que uno tiene (relativamente) mucho capital económico y poco capital cultural. Por ejemplo el patrón de una empresa. Y el otro mucho capital cultural y poco capital económico (un profesor; por ejemplo).
En definitiva las estrategias de un "jugador" es lo que define su juego y depende no sólo del volumen y de la estructura de su capital en un momento dado, sino también de la
evolución en el tiempo de ese volumen y estructura de su capital; es decir, de la trayectoria social y de las disposiciones (Habitus) que se constituyeron en la relación prolongada con una cierta estructura:
Los jugadores pueden jugar para aumentar o conservar su capital pero pueden también trabajar para la reproducción del juego y de las apuestas. También pueden trabajar para transformar, parcial o totalmente las reglas del juego. Cambiar por ejemplo, el valor relativo de las fichas.
Numerosas luchas en el cambio del poder son de este tipo; especialmente las que apuntan a apoderarse de un poder sobre el Estado, es decir, sobre los recursos económicos y políticos que permiten al Estado ejercer un poder sobre todos los juegos y sobre las reglas que los rigen.